Tuesday, April 15, 2008

Armas para una sociedad segura

Por: Porfirio Cristaldo Ayala*



La incapacidad de los gobiernos latinoamericanos de dar seguridad a los ciudadanos y combatir eficazmente la criminalidad les ha llevado a buscar soluciones absurdas y peligrosas, como las “campañas de desarme de la población”. Brasil realizó una campaña para que las personas entreguen sus ARMAS por un pago de hasta 200 reales y promulgó una ley que restringe la posesión de ARMAS, basándose en la idea descabellada de la izquierda de que el aumento de la criminalidad se debe a la facilidad con la que se adquieren las mismas.
La izquierda a su vez desprecia el derecho sagrado de las personas a defender su vida y su libertad, a proteger a sus familias y sus bienes. No comprende la importancia de la antiquísima tradición occidental que la vivienda es sagrada e inviolable y que la “defensa personal” es parte esencial del derecho a la vida. Los estatistas y algunas organizaciones como Amnistía Internacional (AI), creen que sólo los gobiernos deben proteger a los ciudadanos, aún cuando es evidente que a menudo son incapaces de hacerlo.

Otros creen que reduciendo el número de ARMAS disminuirán los asesinatos y asaltos. Es todo lo contrario; las leyes que desarman a la gente no dejan sin ARMAS a los delincuentes y asesinos, quienes viven al margen de la ley y compran sus ARMAS en forma clandestina. Estas leyes desarman sólo a los ciudadanos respetuosos de la ley. De hecho, la experiencia mundial muestra que más bien fomentan el crimen y despojan a la gente honesta del medio más efectivo para su defensa personal y la de su familia.

El aumento de la criminalidad en casi toda Latinoamérica se debe, no a la cantidad de ARMAS de fuego legales, sino a problemas sociales y económicos como las familias sin padre, niños abandonados, profusión de drogas y alcohol, el fracaso de la educación pública en preparar al ciudadano para ganarse la vida, el nefasto sistema penal, economías paralizadas, falta de empleos y oportunidades, leyes que protegen más a los delincuentes que a las víctimas y ausencia de una fuerza policial efectiva.

Los estudios realizados en países avanzados muestran que el crimen violento se ha reducido considerablemente mediante la vigorosa aplicación de las leyes en esquemas de “tolerancia cero” para los delincuentes, así como la modernización de las fuerzas policiales y, sobre todo, la expansión de la seguridad privada. La reducción de la violencia ha sido mayor en economías en rápido crecimiento y cuantiosa creación de fuentes de trabajo y siempre ha estado acompañada por el aumento en el número de ARMAS.

La facilidad para adquirir legalmente ARMAS de fuego, incluso “ARMAS de guerra”, reduce los asesinatos y la violencia, según el FBI. Sus estadísticas indican que más del 95% de las veces las ARMAS son utilizadas para protección (se muestran, no se disparan). En cambio, las leyes que dificultan el registro y encarecen las ARMAS tienden a aumentar los asaltos y asesinatos, y discriminan contra los pobres, incluyendo a muchos trabajadores y mujeres que necesitan de un arma para su defensa personal dado que a la noche deben utilizar el transporte público y están expuestos a criminales en las calles solitarias.

En EE UU, treinta y un estados ya permiten por ley no solo poseer ARMAS de fuego sino portarlas en forma oculta. Esto se limita a personas de más de 21 años, sin antecedentes delictivos, mentalmente sanos y que aprueban el curso de seguridad en el uso de ARMAS. Tales estados tienen el menor índice de accidentes con ARMAS y crímenes violentos (8% menos asesinatos y 5% menos violaciones). Y mientras más permisos de porte de de arma se conceden, más baja el índice de delitos. Los asesinos y ladrones se cuidan porque no saben quiénes están armados. Las sociedades son más seguras cuando los ciudadanos pueden protegerse.

Quienes promueven las “cruzadas para el desarme” no se imaginan el mal que hacen a la gente honesta y, en especial, a los más pobres. Es como si prohibieran el uso de rejas en las casas. Las ARMAS en poder de ciudadanos respetuosos de la ley salvan millones de vidas, en todas partes, pese a que rara vez se disparan.