Sunday, July 15, 2007

El Estado es fuerza

Hay muchas personas especialmente dentro de la izquierda, que ven al Estado como si fuera el administrador de un edificio o de un club. Una de esas personas ciegas es el cineasta Michael Moore. Así fue una entrevista que tuvo con el periodista John Stossel:

"Esa misma semana dio la casualidad de que estuve entrevistando al cineasta Michael Moore para 20/20. Moore quiere que el Estado monopolice la sanidad. Su nueva película, Sicko, sostiene que Canadá y Francia se acercan al paraíso porque sus gobiernos proporcionan cuidados médicos y otros servicios, lo que le permitió que los espectadores se pusieran de pie para ovacionarle en Cannes.

– Pero el Estado es la fuerza – le dije.

– ¿Por qué lo ve usted como la fuerza? – me preguntó.–

Porque coge el dinero de la gente por la fuerza y lo entrega a otros.

– No, en realidad no lo hace. El Estado es de, por y para el pueblo. El pueblo elige al Estado, y el pueblo determina cuando le permite al Estado recaudar impuestos.


¿Es realmente necesario explicar que el Estado es la fuerza? Cuando el Ejército de Salvación pide una donación, uno es libre de negarse y no sufre ninguna represalia. Pero cuando el Gobierno de los Estados Unidos exige una declaración de impuestos y un cheque el 15 de abril, uno no puede negarse y seguir con su vida tranquilamente. O obedece o se enfrenta a multas o la cárcel. Sí, periódicamente se puede votar a los candidatos. Pero tener control sobre una parte infinitesimal de la decisión sobre quién nos va a coaccionar no cambia el hecho de que el escogido utilizará la fuerza.

Cada vez más, la mayor diferencia entre derecha e izquierda parece ser que los primeros saben que el Estado es la fuerza. Pero eso no les impide emplearla.

Michael Moore puede no haber pensado en ello, pero sólo hay dos formas de conseguir que los demás hagan algo: la fuerza o la persuasión. El Estado es exclusivamente fuerza; no tiene nada que primero no le haya expropiado a alguna persona productiva.

En cambio, el sector privado –ya sea una codiciosa empresa o una organización sin ánimo de lucro– debe emplear la persuasión y esperar el consentimiento. No importa lo rico que se haga Bill Gates, porque no puede forzarnos a comprar su software. Fuera del Estado, las acciones son voluntarias y lo voluntario es mejor porque refleja el juicio libre de la gente creativa y productiva."