Jorge Orlando Melo escribió la que para mi es una de las mejores columnas de opinión que he leído en mucho tiempo y que tiene ideas que podrían ser consideradas subversivas por los ideólogos del estatismo dominante:
"El Presidente, los ministros, los congresistas, los alcaldes, los concejales, los funcionarios públicos de todos los niveles han cogido el hábito de considerar un acto de generosidad gastar la plata del Estado.
Según sus típicas declaraciones, "la financiación de los hospitales se hará con un esfuerzo muy grande del Gobierno, de las gobernaciones y las alcaldías"; o "el Congreso contribuirá con 400.000 millones para aumentar las transferencias". Es como si el Congreso produjera dineros que generosamente va a regalar a los ciudadanos; como si el Presidente diera él mismo las platicas que promete en los consejos comunitarios, como si los concejales que aprueban la escuela de un barrio la financiaran de su propio bolsillo.
Esta es una curiosa perversión lógica: los ciudadanos, que son la fuente del poder político, pagan sus impuestos, y nombran unos funcionarios para que se los administren de la mejor manera posible. Ellos son sus empleados, sus gerentes, contratados para organizar y prestar los servicios que la sociedad encarga: seguridad, atención de problemas sociales, desarrollo económico, etc.
La diferencia con los gerentes y empleados de una finca o empresa es que estos no se fijan sus salarios, mientras que los congresistas se ponen ellos mismos, de la plata de sus empleadores, un sueldo superior al de casi todos ellos. Y que hacen pagar a los que los escogen el costo de la elección, financiando las campañas con los impuestos que pagan los electores.
Esta manera de hablar parte del curioso supuesto de que la plata es del Gobierno o de los funcionarios públicos. Pero ellos no hacen billetes ni tienen una fábrica de monedas para hacer los dineros que gastan. Todo lo que reparten lo reciben de los ciudadanos, que producen riqueza y sacan una parte de lo que ganan para pagar los servicios que quieren recibir del Estado. Y por eso tienen el derecho a esperar que sus empleados no gasten mucho en sus propios sueldos, no se apropien de los recursos que se les dan en administración, ni los repartan en forma arbitraria o generosa, pues la generosidad en un funcionario público es por lo general un acto de corrupción."
Todo lo que dice Melo cualquiería diría que es obvio. Pero lamentablemente los políticos (personas con gran habilidad retórica) son expertos en cambiar el lenguaje y buscar todo tipo de justificaciones para malgastar nuestro dinero. Todas las democracias representativas sin una adecuada limitación del poder estatal terminan como la nuestra: con un conjunto de personas (políticos y burócratas) que se creen los dueños del dinero de los ciudadanos y que por lo tanto lo pueden gastar como quieran, usualmente para enriquecerse ellos mismos o para aumentar/mantener su poder.
La actual orgía de gasto público no solamente es uribista,aunque este ultimo, traicionando a muchos de sus votantes que le apostaron a un mayor conservadurismo fiscal, viene gastando como un demente. Comenzó con la nefasta Constitución del 91 donde participaron los angelitos del M-19 y otros ideologos socialistones. El porcentaje de los gastos del Estado como proporción del PIB pasó del 10% en el año 90 al 22% en el año 2006. Este inusitado aumento fue uno de los causantes de la disparada de las tasas de interes y la reevaluación de finales de los 90 que causó la terrible recesión que apenas empezamos a abandonar desde el 2004.
Ya la comisión de gasto público, designada hace tres semanas por el gobierno, hizó su tarea. Roguemos a Dios que este gobierno tan populista se decida a hacerle caso.
Wednesday, June 06, 2007
Ideas Subversivas
Publicado por Carlos Méndez en 11:08 AM
Etiquetas: sociedad libre ,Blog,Blogs ,Politics,Libertarian
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