Monday, February 04, 2008

La actual popularización de los controles de precios podría tener consecuencias nocivas

Por Patrick Barta The Wall Street Journal

A medida que aumentan los precios de los alimentos, cada vez más países consideran una respuesta antigua y potencialmente peligrosa: los controles de precios.

El mes pasado, China anunció que les pedirá a los productores de cerdo, huevos y otros productos agropecuarios que soliciten permiso del gobierno antes de subir los precios. Según los participantes del mercado, cuando los productores piden autorización, las autoridades la niegan.
México está tratando de controlar el precio de las tortillas y Venezuela está limitando los precios de productos básicos, incluyendo la leche y el azúcar.

Tailandia está adoptando medidas similares para los fideos instantáneos y el aceite de cocina, al paso que Rusia está tratando de controlar los precios de ciertas clases de pan, huevos y leche.
Estas medidas reflejan la creciente presión que el alza de los alimentos ejerce sobre los países en desarrollo. La inflación de los alimentos llega a una tasa anual de 11% en algunas de las principales economías en desarrollo, por encima del 4,5% que se registró en 2006, de acuerdo con las cifras de Bank of America Corp. Los aumentos de precios reflejan, en parte, la mayor demanda de los mercados emergentes y los altos precios del petróleo, que elevan el costo de cultivar y transportar los alimentos.

En Singapur, la inflación alcanzó su nivel más alto de los últimos 25 años en diciembre, en parte debido a los alimentos.

Las alzas en los precios de los alimentos han generado protestas en México, Malasia, Pakistán e Indonesia. A finales del año pasado, tres compradores chinos fueron pisoteados y murieron en una trifulca por aceite de cocina en un supermercado. En países pobres del Caribe, como Haití, la situación es especialmente grave.

Los controles estatales a menudo se han usado en forma esporádica para controlar los precios. Pero su actual popularidad puede crear grandes problemas para los países que los están usando y, si se diseminan, para el resto del mundo.

Los economistas advierten que los controles de precios estimulan el acaparamiento y pueden llevar a desabastecimientos y elevar el descontento de la población.

De hecho, ante la persistente escasez de alimentos, el gobierno de Venezuela advirtió la semana pasada que puede "expropiar" a cualquier empresa de alimentos en caso de que necesite garantizar la "seguridad y soberanía alimentaria" del país.

Sin embargo, tal vez la mayor desventaja de los controles de precios es que pueden provocar corto circuitos en los cambios y comportamientos de los productores y consumidores que pueden atenuar las causas subyacentes de la inflación. Si los controles se mantienen por mucho tiempo, dicen los economistas, aumentan las posibilidades de un alza precipitada y desestabilizadora de los precios más adelante.

En un informe reciente, Bank of America mencionó a varias economías emergentes como China, Rusia, Argentina e Indonesia que, en su opinión, han expandido los controles de precios.
Lawrence Goodman, analista del banco, advierte que los controles podrían disparar fuertes incrementos de la inflación más adelante, cuando los gobiernos se vean forzados a abandonarlos.
La demanda china de soya, por ejemplo, se ha disparado de 11 millones de toneladas en 1990 a 47 millones. Dan Basse, presidente de AgResource Co., una firma estadounidense de investigación, calcula que si cada habitante chino consume una cucharadita adicional de aceite de soya, se duplicaría el comercio mundial del producto.

El problema de los controles de precios, según los economistas, es que estimulan a los consumidores a seguir comprando productos que no podrían comprar si los precios suben. Eso mantiene la demanda artificialmente alta.

Con los controles de precios "usted en realidad está exacerbando las presiones inflacionarias" que en principio justificaron esos controles, dice Bruce Scherr, presidente ejecutivo de Informa Economics, una firma de investigación agrícola.

Es posible que esta última ronda de inflación en los precios de los alimentos pase pronto, en especial si el crecimiento de la economía global se frena en forma significativa debido a una posible recesión en Estados Unidos. Si eso sucede, China y otros países podrían verse obligados a desmantelar sigilosamente los controles de precios.

Muchos economistas, sin embargo, creen que las grandes fuerzas detrás de la inflación de los alimentos estarán vigentes durante un largo tiempo.